La novela relata en tono coloquial la pérdida de la infancia de una niña llamada Isabel desde los 8 años hasta la pubertad en la Caracas de comienzos del Siglo XX. Palacios narra esta pérdida como un viaje que culmina en el reconocimiento de la transformación que convierte a Isabel de una "niña decente" en una mujer adulta. A decir de Luz Marina Rivas en el libro Nación y literatura, la niña protagonista, de carácter soñador, se convierte en una testigo de su época, porque la observa desde afuera, desde el desconcierto infantil que no entiende porque hay niños que no son «decentes». La precaridad de su condición social, entre la pobreza y el abolengo familiar, heredado con los apellidos de viejos próceres del país, la convierten en un personaje sin un claro sentido de pertenencia, que oscila entre dos mundos: el de la plaza Candelaria, donde juega con los niños de los cerros, y el de la escuela, donde tiene compañeras de familias acomodadas.
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